Reconocer y expresar las emociones es clave para prevenir la violencia machista. Esto lo saben bien las educadoras/formadoras de Fundación Aspacia que a diario trabajan con adolescentes en residencias de la Comunidad de Madrid.
En uno de estos talleres conocieron a “Juan” (nombre ficticio), un adolescente con una historia compleja y difícil, como la gran mayoría de chavales que están en estas residencias.
El día del taller Juan llegó como todos los demás al aula, bromeando con sus compañeros de grupo y expectante a lo que aprendería hoy. No suele hablar mucho, pero le gusta estar en estos espacios. “Quiero aprender algo nuevo” dice cuando la educadora le pregunta qué expectativas tiene del taller.
Cuando están todos empieza el juego. Se trata de una dinámica llamada Mapa de las emociones. – El nombre no le hace mucha gracia a Juan – consiste en identificar una o varias emociones y pintar en un dibujo el color de sus emociones en la parte del cuerpo donde la sienten.
Al principio, aunque un poco raro, a Juan no se le hizo difícil pintar la alegría, el amor, la tristeza…pero cuando llegó al miedo dijo a la educadora: “Yo no puedo pintar el miedo, yo soy un hombre y los hombres no tenemos miedo” A lo que ella contestó, “bueno Juan, hagamos algo, imaginemos que alguna vez, no hoy, pero alguna vez sientes miedo, ¿dónde lo sentirías y cómo lo pintarías?
Juan se quedó pensando – o sintiendo – por un momento, tomó su dibujo y en un rincón del salón decidió pintar su miedo, ese que no se había permitido sentir. Al final del taller le entregó su dibujo a la educadora, le pidió que lo guardara, como quien te pide que guardes un secreto. Su dibujo tenía pintado el miedo en todo el contorno de la piel, en gris, oscuro y notable. Ese miedo que Juan no se permitía sentir porque alguna vez le dijeron a su corta edad que no tenía derecho a sentirlo.
La violencia en general y las violencias machistas en particular tienen mucho que ver con las emociones. Muchos comportamientos violentos en la adolescencia vienen de una falta de identificación y gestión de emociones como la ira, la tristeza o el miedo, pero también provienen de una profunda represión emocional que se ejerce desde la infancia sobre niños y adolescentes.
La idea generalizada de que existen emociones buenas y emociones malas provoca que algunas de esas emociones sean escondidas y al no expresarlas no se aprende a hacer una gestión efectiva de las mismas.
Los adolescentes que en general están en una etapa de muchos cambios, experimentación y aprendizaje de múltiples emociones, deben tener la posibilidad de expresar y compartir lo que sienten, sin que se les culpabilice o denigre por ello. De esta manera sería posible que cuando se vean enfrentados a sentimientos de tristeza, miedo, angustia o ira tengan capacidad para expresarlo de distintas formas y no desde la violencia como única salida.
El mapa de las emociones es una actividad que forma parte de las formaciones que son impartidas con adolescentes dentro del proyecto Promoción de habilidades para la vida, prevención y detección de la violencia de género y sexual dirigido a jóvenes y equipos educativos de la Red de centros tutelados de la CAM que cuenta con financiamiento de los fondos IRPF de la Comunidad de Madrid.